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Teresa Castro

La tienda de la memoria

Teresa Castro creció en una tienda, desde los 9 años trabajo como ayudante de su abuela y aprendió lo que se requiere para tener un negocio próspero. Recuerda, que en aquel tiempo las personas sabían qué cosechaba cada campesino y directamente con ellos se compraban yuca, ñame, maíz, ahuyama, y hortalizas. Lo mismo ocurría con la carne, pues se conocía a quien criaba los animales y con anterioridad se sabía quién sacrificaría. En ese mismo lugar se expendía el producto, “en ese tiempo no había congeladores, ni nada de eso”, recuerda Castro.

 

La tienda surtía entonces aquellos productos que no se cosechaban en El Salado como el arroz y toda clase de fríjoles, así como productos manufacturados en otras tierras como panela, sardinas, y aceite. En su mayoría, la tienda surtía elementos de aseo como escobas de palito, gas, esteras, mechones y bacinillas, por mencionar algunos de los productos de uso común que hoy han caído en desuso. 


Pasados los años, Teresa administró la tienda heredada de su abuela en la época dorada de El Salado. “En ese tiempo había abundancia, las cosecha de tabaco, y las mujeres trabajaban en las bodegas”, dice.  Sin embargo, afirma que su arte es la costura, por la que renunció a su labor como tendera por un tiempo.


Tras casarse con David Montes, dedicado campesino que ha sido su compañero toda la vida, y la llegada de sus hijos, emprendió su propia tienda llamada “Donde Tere”, que se ubica en el centro de El Salado. Es paso obligado para visitantes, pero sobretodo punto de encuentro de salaeros quienes mientras compran “lo de la comida” comentan los acontecimientos del momento. Se estiran los pesos para el sostenimiento familiar, se rememora el pasado, se contempla con preocupación el presente, y se sueña con el futuro; se fían los refrigerios, se consiguen los materiales para el taller, se deja la razón. 


Tere, como todos la llaman en el pueblo, siempre es referencia, es amiga de todos, y ha sido testigo de los cambios que ha vivido su pueblo. Sea que se hable de la bonanza del tabaco, la violencia, el desplazamiento, la llegada de las ONG, los pagos a las víctimas, entre otros procesos que en El Salado se desarrollan, el inventario mismo de productos que en la tienda se encuentran es testimonio de esos cambios.

Es por eso en la tienda de Tere los ecos del pasado se entrelazan con los susurros del presente y cada producto en sus estantes cuenta una historia de resistencia y resiliencia. Más que una tienda, es un espacio que evoca la memoria del territorio y cada cliente es parte de un tejido social que perdura a través del tiempo.

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