El Salado y los impactos de la guerra

El Carmen de Bolívar, uno de los municipios más poblados de los Montes de María, no solo destaca por su tamaño; también se erige como el centro económico, político y cultural de la región. Historicamente, ha sido un punto focal para la recolección de tabaco y ha servido como punto de conexión de transporte por donde fluyen las importaciones y exportaciones de los puertos del Caribe. En este contexto, se encuentra El Salado, Bolivar, un corregimiento situado a 19 kilómetros al sureste del Carmen de Bolivar, en el piedemonte de los Montes de María. En décadas pasadas, El Salado prosperó gracias al auge tabacalero. Aprovechó su posición estratégica para los intercambios económicos. Lamentablemente, la población salaera se ha visto afectada por los conflictos derivados de la guerra en la región. Su ubicación estratégica constituye un punto de disputa para los actores de la guerra.

El Salado fue el escenario de dos masacres en el marco del conflicto armado. La primera ocurrió  el 23 de marzo de 1997. La segunda, y más reconocida, entre el 16 y el 21 de febrero de 2000. La primera tuvo 4 víctimas fatales y una persona desaparecida. La segunda registró 60 víctimas fatales (38 en el corregimiento El Salado y su área de influencia). adicionalmente la población salaera tambien fue víctima de desapariciones forzadas.

De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Historica: 

Las masacres de El Salado de 1997 y 2000 responden a la entrada de las AUC a Montes de María. Ambas masacres se inscriben en una sucesión de eventos violentos de los cuales hacen parte el desplazamiento forzado masivo del corregimiento Mampuján, las masacres de Las Brisas, Chengue, Macayepo y Plan Parejo, entre otros eventos violentos de grandes dimensiones que se perpetraron en la región, todos ellos ocurridos en la zona del piedemonte o zona montañosa de los Montes de María.

Esta lógica de vaciamiento del territorio determinó los repertorios de violencia de los grupos paramilitares, haciendo que la escenificación pública de la violencia fuese central para marcar los territorios y hacerlos inhabitables, forzando el desplazamiento masivo y marcando con terror los espacios públicos para quienes optaban por quedarse o para quienes retornaron. (CNMH, 2008, párr. 4-5)