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Luis Torres

Los sabores del retorno

En medio de la incertidumbre y el miedo, la comunidad de El Salado se aferró a la esperanza y la voluntad inquebrantable de reconstruir sus vidas. A través del testimonio de Luis Torres, líder campesino, se revela la cruda realidad que enfrentaron al retornar a su tierra natal tras el desplazamiento forzado.

"Estábamos en un estado emergente, porque estábamos con miedo", recuerda Torres. Sin embargo, decidieron regresar, asumiendo la responsabilidad y el riesgo que ello implicaba. "Nosotros nos vinimos contra la voluntad de todo el mundo. Nos vinimos bajo la propia responsabilidad de nosotros mismos,  pasara lo que pasara, hicieran lo que hicieran, porque fuimos nosotros quienes decidimos volver", afirma con determinación.

Las ollas comunitarias se convirtieron en un símbolo de resistencia y solidaridad en tiempos de escasez. "Hacíamos las ollas comunitarias, tres ollas grandes, y nos reuníamos a comer en eso", relata Torres. Con apenas queso, suero y los frutos que la tierra les brindaba, la comunidad compartía los escasos recursos para saciar el hambre después de arduas jornadas de trabajo. "Comíamos lo que teníamos más a la mano en ese momento, porque no estabamos produciendo, no teníamos ganado, no teníamos yuca, no teníamos más na sino queso, un bloque de queso que compramos por allá, y un galon de suero, que por allá lo conseguimos tambien. La comida más frecuente que teníamos después del arroz en la mañana era un mote de queso, para saciar el hambre después de una faena de trabajo fuerte, aquí limpiando y recomponiendo este pueblo"

El retorno a El Salado trajo consigo sorpresas y desafíos inesperados "Mira, cuando nosotros llegamos aquí el primer día a recomponer esto, la primera sorpresa que nos dimos fue cuando fuimos allá y fuimos a limpiar el monte y lo primero que encontramos fue una mata e maracuyá [...] y después más adelante,  era la ahuyama, que encontramos una mata de ahuyama, y mas adelante nos encontramo nañe de ese espino, nos encontramos que se había quedado ñame, y tronco e ñame, arrancamos ñame, cocinamos ñame con queso cocinado con suero y hacíamos unos motes,  hacíamos de todo, que esa fue la salvación de nosotros", relata Torres. La improvisación se convirtió en una habilidad necesaria para sobrevivir, utilizando lo que la tierra ofrecía para alimentarse y reconstruir sus vidas.

Incluso la búsqueda de un simple condimento como la sal estuvo marcada por la incertidumbre y el peligro. "Un día, nos quedamos sin sal, y tú sabes lo que es la comida sosa, y entonces yo me conseguí una plata, reunimos una plata y mandé a un a unos muchachos a comprar sal,  pero en un burro, porque aquí cerquita, que por aquí decian que vea por alla hay una casita que vende sal, entonces pensaba que traigan una paquita de sal de esa, tráiganse en una bolsita lo que consigan. Y cuando iban llegando  los pelaos por allá, como a 5 o 7 kilómetros, se encontraron un grupo armado y los devolvieron. Ese día casi que nos devolvemos", recuerda Torres.

 

Sin embargo, su firmeza y determinación los mantuvieron en pie, enfrentando las adversidades con valentía y perseverancia. "Se formó una bulla, ¡que nos vamos de una! ¡Y yo que no, que nos nos vamos! ¡aquí nos quedamos! Ahora yo no aguanto a nadie, yo no tengo a nadie retenido. Pero nosotros hemos hecho mucho esfuerzo, hemos hecho de todo para poder venirnos y si nos vamos, cuenten que yo no levanto más un dedo pa volver, pa hacer otra vez esto. Pasamos un rato amargo. Ya que la gente tomara la decisión, pero yo me quedo, el que se quiera ir que se vaya, pero yo me quedo. Los que se quieren ir que se vayan, pero yo me quedo y las otra gentes que me apoyaron, bueno, yo me quedo, yo me quedo, yo me quedo, y bueno listo, nos quedamos y punto".

El relato de Luis Torres es un testimonio de sacrificio, resiliencia y compromiso con su tierra y su comunidad. "No me arrepiento de nada, creo que contribuí con algo en la historia de la región", concluye Torres. Su contribución a la historia de la región trasciende el sufrimiento y el dolor, dejando un legado de esperanza y fortaleza para las generaciones venideras.

A qué sabe

El Salado

para Luis Torres

A qué sabe El Salado

Una dulce tradición

Sabores de ajonjolí

En este apartado, Luis Torres destaca la gran tradición culinaria de su territorio. Cuenta cómo se entretejen sus sabores con practicas culturales ancladas en la cultura y la idiosincracia de la región.

- ¿A qué sabe El Salado?

- Mira, recomponiendo las cosas, si partimos de antes, porque esta historia se partió en dos, El Salao tiene una historia partida en dos. Lo que fue el antes, con un componente de comida típica riquisima: la pava, que es ají machucado con tomate en manteca de cerdo y chicharrón con yuca; la viuda de pescao, que lleva ñame, yuca y plátano amarillo y un pescado que se llama bocachico, abierto, salado encima de la yuca, acompañado con un bastimento, tapao con una hoja de bijao o de plátano. Se hace, por ejemplo, en las mingas o en combos de trabajadores en el campo. Se cocina eso y se pone una mesa típica de hoja de plátano de bijao y eso se vacia ahí al vapor y eso queda ahí. Nos reunimos en torno a eso: a comer, a saciar el hambre que tenemos con eso, para coger la energía necesaria en el día. Si es el almuerzo, después de reposar, para coger otra vez la faena de lo que es el trabajo típico de aquí: picada, el hacha, a componer la tierra para los cultivos, a iniciar la tierra. Entonces, esa es una de las tantas: la viuda de pescao, y la otra es el chicharrón, que antes, todavía, se utiliza. Girando en torno a eso: eso es la en realidad, la riqueza de la cocina salaera y la región. El chicharrón con tajada frita, amarilla: se hacían esas chicharronadas, se mataba un cerdo y se les sacaba todo lo que era el ardo, el ardo, o sea, la grasa, se cogia el pellejo con carne y se fritaba. Más que todo para utilizar la manteca, la manteca que afloja el cerdo con su pellejo. Otro plato de la comida tipica es el mote de queso con ñame espino, típico de la región, una comida agradable, comida que sacia bien el hambre, y casi una costumbre de la región. Otra comida típica que te puedo decir yo, la yuca con suero y el queso. Pero hay una comida que todavia es más sabrosa y más nutritiva: que es el arroz de caraota, es frijol, la caraota es un frijol grueso que se come aquí, se disfruta y eso sí porque esa la producimos aquí. O sea que nosotros la cosechamos, la alimentación que tenemos es la que tenemos a la mano en cosecha.

 

Y otra cosa aquí que ahora no tanto, pero antes más, pero ya se esta volviendo, es el ajonjoli molido.Eso se cultiva aquí, y eso es algo que a mí sí me encanta. Eso se coge, tú sabes lo que es el ajonjoli, el sésamo. Bueno eso se sacude, se cultiva aquí. Es caro, se vende a buen precio. Este año no tiene casi precio. Pero se sacude, se limpia, se lava, se tuesta, se muele y eso da una grasa, pero una grasa natural, no es es procesada, ni ultra procesada, ni se lleva a una alta temperatura ni mucho menos, sino natural. Y eso es una grasa. Eso se pone, pero fina, eso es sabroso. La haces como al gusto tuyo. Si te gusta con dulce, con dulce, pero si te gusta con sal, con sal. Aquí se hace siempre, casi siempre con un poquito de sal, a mí no me gusta dulce. O se coge, se lava bien lavadito la fruta, la pepa, la semilla esa, y se remoja un poquito en la noche, se deja en remojo. Al otro día con un litro de agua por media libra de ese sesamo, de ajonjoli, y lo echas en una licuadora y la licúas así y te produce leche, leche natural, leche vegetal, y se le condimenta con lo que tu quieras. Puede ser con lo que quieras. Un sabor que tú quieras, pero natural, como esa nuez moscada, canela clavito y la metes en  la nevera, y uich, eso es mejor que cualquiera. Superior cien veces que cualquiera bebida de esas industriales, porque esas bebidas industriales lo que tienen son conservantes, y un poco de componentes que lo que hacen es daño al organismo. Y en cambio esto no. Esa es una bebida,  ahorita estamos en cosecha, ojalá hubieran traído para mañana hacer y brindarte pa que vieras.

 

La comida tiene mucho que ver con la idiosincrasia y la cultura de de la región. Por ejemplo en Semana Santa, se hacen dulces, dulce de papaya, cortaito con panela, con clavito o con no sé qué, se le echa miel de abeja, rico. Se hace dulce de guandul, se hace dulce de ñame, y si hace dulce, pero ese es muy poquito, de tomate, de tomate tomate. Y así, entonces se hace y se reparte de las casas un "tapaito", uno de allá para acá, le entrega un poquito, un platico de allá pa acá, de acá pa allá viene el otro, e igual con las comidas que se hacen en esa fecha, Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado de Gloria, ya el sabado se rompe la olla. El primer día, el viernes es un día santo. Es el día de relax. Bueno, antes, ya ahora se rompe la tradición, pero ese día se cocina lo que se llama salpicón. Ese es de bagre, con arroz de coco, con arroz de no sé qué, con arroz de caraota y una ensalada y se comparte. La convivencia, con el vecino, con el otro, con el amigo, la familia. Se hace el mote. Ese es otro día. El mote de queso o se hace un mote guandul. Esa es la tradición de Semana Santa, ahora que estamos en pre-carnavales es muy diferente, ahí es ya la música, es la alegría y se comparte muy bien. Pero creo que falta mucho para establecerlo como era antes, como fue.

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